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Siglo XVIII : Cultura y Sociedad 

ILUSTRACIÓN

La Ilustración  (o Iluminismo) fue un movimiento cultural e intelectual, primordialmente europeo, que nació a mediados del siglo XVIII y duró hasta los primeros años del siglo XIX. Fue especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania.​ Inspiró profundos cambios culturales y sociales, y uno de los más dramáticos fue la Revolución francesa. Se denominó de este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón.​ Existió también una importante Ilustración española e hispánica, la de la Escuela Universalista, aunque más científica y humanística que política. El siglo XVIII es conocido, por estos motivos, como el Siglo de las Luces y del asentamiento de la fe en el progreso.

Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento caló y se expandió en la burguesía y en una parte de la aristocracia, a través de nuevos medios de publicación y difusión, así como reuniones culturales realizadas en los salones de algún burgués  adinerado o de aristócratas, en las que participaban intelectuales y políticos a fin de exponer y debatir acerca de ciencia, filosofía, política o literatura. ( Leer más)

NEOCLASICISMO

El término neoclasicismo surgió en el siglo XVIII para denominar al movimiento estético que venía a reflejar en las artes los principios intelectuales de la Ilustración, que desde mediados del siglo XVIII se venían produciendo en la filosofía y que consecuentemente se habían transmitido a todos los ámbitos de la Cultura. Aunque, coincidiendo con la decadencia de Napoleón Bonaparte, el Neoclasicismo fue perdiendo adeptos en favor del Romanticismo. (Leer más)

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LOS CAMBIOS EN EL ARTE

A mediados del siglo XVIII los artistas de la "Edad de la Razón" volvieron a las reglas del arte clásico grecolatino: sencillez en el esquema compositivo, a base de líneas verticales y horizontales, y utilización de elementos clásicos (columnas, frontones, etc.). En este nuevo estilo, denominado Neoclásico se construyeron grandes edificios: Capitolio de Washington, Panteón de París, Puerta Alcalá de Madrid...

En escultura, se sigue el modelo griego de belleza ideal y en pintura se busca la perfección del dibujo. Las esculturas del Italia en italiano Antonio Canova (1757-1822) y el danés Bertel Thorvaldsen (1770-1844) y las pinturas del francés Jacques-Louis David (1748-1825) son ejemplos de este estilo.

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Capitolio - Whasington

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Puerta de Brandeburgo- Berlín

Vignon, Pierre, La Madeleine, 1807-42, e

Iglesia de la Madeleine - Paris

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ThorvaldsensJason- Jasón con el vellocin
Antonio_Canova-Theseus_and_the_Minotaur.

FILÓSOFOS Y MONARCAS ILUSTRADOS

EL ABSOLUTISMO ILUSTRADO

La frase del Despotismo Ilustrado: "todo para el pueblo pero sin el pueblo" resume cómo se gobernaban la mayor parte de los Estados europeos del siglo XVIII . El absolutismo del siglo XVII se modificó cuando algunos gobernantes asumieron la idea de que el Estado y el rey debían preocuparse por el bienestar del pueblo. Pero al mismo tiempo, se reafirmó la idea básica de que el poder residía en el rey y su autoridad no podía tener limitaciones.

Tradicionalmente a estas monarquía  se las conoce con el nombre de "Despotismo ilustrado", pero resulta más adecuado el término "Absolutismo ilustrado".

Los monarcas ilustrados del siglo XVIII promovieron la intervención del Estado en la economía, la sanidad, las obras públicas o la beneficencia, para que estas estuvieran al servicio de la Nación y no de los privilegios de una minoría. Estas preocupaciones se manifestaron en el desarrollo de las vías de comunicación, la creación de nuevas industrias, el fomento del comercio, la puesta en riego de nuevas tierras, etc. Pero también en la extensión de la educación a capas cada vez más numerosas de la sociedad, o en la abolición de los abusos de los nobles y algunos privilegios del clero. Así, el Estado creo escuelas, fundó academias para el fomento de la cultura y arrebató parcialmente a la Iglesia el control de la educación. La mayoría de los países europeos tuvieron, a lo largo del siglo, uno o varios monarcas que aplicaron algunas de estas medidas: José II de Austria, Carlos III de España, Catalina la Grande de Rusia o Federico II de Prusia, entre otros.

 

PENSAMIENTO POLÍTICO ILUSTRADO

En el siglo XVIII surgieron en Europa, sobre todo en Francia, nuevas ideas que cuestionaban duramente la sociedad de la época y demandaban la introducción de cambios para eliminar las injusticias. Sus autores eran conocidos como “los filósofos”. Estos, en nombre de la razón, el progreso y la verdad, criticaron el absolutismo y los privilegios de la nobleza y del clero proclamando su deseo de "iluminar" mediante la razón la gestión administratriva y la justicia social; por eso este siglo es conocido, también, como "El siglo de las luces". Sus principales ideas eran la igualdad de todos los hombres ante la ley, la libertad de pensamiento y de expresión y la tolerancia. El inglés Locke (1632-1704) que había vivido en el siglo anterior, fue un precursor de este pensamiento y Montesquieu, Rousseau, Voltaire y Kant, sus principales teóricos.

 

LA ENCICLOPEDIA

 

Las ideas fundamentales de la Ilustración fueron recogidas en la Enciclopedia ("Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios"): editada entre los años 1751 y 1772 en Francia bajo la dirección de Denis Diderot y Jean le Rond d'Alembert, donde se pretendía recoger todo el saber de la época. La Enciclopedia destacó por su defensa de la libertad y de la participación del pueblo en la política, y por la crítica al Absolutismo y a la Iglesia. Publicada a partir de 1751, su divulgación hizo llegar las ideas antiabsolutistas y la defensa de la igualdad y la libertad a gran número de miembros de la burguesía, y el clero. Estas ideas arraigaron especialmente en la burguesía, que se consideraba injustamente tratada por el absolutismo, al estar marginada de la mayor parte de los altos cargos, monopolizados por la nobleza.

 

EL PROGRESO Y LA TOLERANCIA

Una idea se va generalizando en Europa a lo largo del siglo XVIII: la confianza en la razón humana como medio para alcanzar el progreso; un progreso basado en una mayor producción de riqueza, favorecida por la libertad para comerciar y establecer negocios. Mediante el progreso se conseguiría una sociedad más feliz, sin las desgracias de la época: hambrunas, pestes, guerras... La mayor parte de los pensadores de la época defendieron la idea de libertad frente a la rigidez del Antiguo Régimen. La Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789) vinieron a confirmar esta confianza en la razón y el progreso.

Se desarrolló así un clima de tolerancia y de intercambio de ideas que dio lugar a la aparición de grandes filósofos y científicos.

Ya a fines del siglo XVII, escritores como Locke, habían defendido el respeto a la variedad de opiniones y religiones; posteriormente, Voltaire y muchos otros escribieron en contra de la intransigencia. Una de las consecuencias de este nuevo espíritu fue la lucha contra la esclavitud que se extendió rápidamente. En Gran Bretaña se abolió legalmente en 1833 (quedando libres unos 800.000 esclavos) aunque en las colonias británicas, se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX.

 

EL PROGRESO DE LA CIENCIA Y DE LA TÉCNICA

Los siglos XVIII y XIX vieron un gran avance en los métodos y realizaciones de las investigaciones científicas. Ante la imposibilidad de implantar el "nuevo pensamiento" en las viejas universidades, las monarquías ilustradas favorecieron la creación de otro tipo de instituciones: surgieron, así, Academias, Institutos, Escuelas, Sociedades o Colegios que se dedicaron al estudio de las ciencias (con el apoyo del Estado, o de benefactores privados) que contribuyeron decisivamente al avance científico. Solo después de las revoluciones burguesas se pudieron reformar los centros oficiales y sus planes de estudio, hasta que, entrado ya el siglo XIX, la Universidad se incorporó a las nuevas corrientes.

Entre los avances científicos más importantes de este periodo, es necesario destacar el producido en las diversas ramas de la física: con el fundamento de las teorías que Isaac Newton había formulado en el siglo XVII se avanzó en el conocimiento del magnetismo y la electricidad. En 1789, Lavoisier publicó una obra que puso las bases de la Química moderna; ésta progresó espectacularmente con el estudio de la composición de la materia y la fabricación de abonos artificiales. La medicina se desarrolló también ampliamente desde el siglo XVIII. El XIX fue por excelencia el siglo de la Biología: la teoría de la evolución de Darwin tuvo una gran influencia en diferentes ramas del conocimiento y planteó una gran cantidad de problemas nuevos que debían resolverse.

Junto al avance de la ciencia y, en ocasiones, ligado a ella, se produjo un progreso extraordinario de la Tecnología. La Ingeniería se desligó del ejército y se convirtió en una profesión civil.

El maquinismo salió de los ámbitos puramente industriales y del transporte, comenzó a lo largo del siglo XIX a invadir todos los aspectos de la producción y de la vida urbana: iluminación, urbana y doméstica, con gas, telegrafía, instrumentos domésticos, etc). Las grandes Exposiciones Universales presentaban, desde mediados del siglo XIX, las más importantes novedades tecnológicas, que se extendieron rápidamente.

 

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